Las bodegas españolas se abren paso en
el mercado asiático
Las etiquetas de los vinos
españoles comienzan a escribirse también en caracteres chinos. Y es que el
consumo del gigante asiático continúa creciendo
por encima del PIB lo que unido a su progresiva apertura comercial ha
provocado que el sector vitivinícola ponga sus ojos en él.
España se ha convertido ya en el
quinto exportador de este producto en un país donde su consumo es cada día más
habitual y se considera, de hecho, una bebida de moda asociada a un alto nivel
de vida. Prefieren las variedades tintas,
especialmente Cabernet o Merlot, y miran al detalle el diseño de botellas y
etiquetas, puesto que los colores que más gustan allí son los dorados y rojos.
Criterios a tener en cuenta para aquellos empresarios que apuesten por
desembarcar en el continente asiático; pautas que se suman a la larga lista de
consejos que los expertos en comercio exterior ofrecen para conseguir la
difícil cuadratura del círculo.
China es para el vino un mercado relativamente
reducido, aunque de alto potencial. El 90 por ciento del producto es
elaborado localmente por los grandes embotelladores chinos que compran vino a
granel de Chile, España y otros países. Sin embargo, ese 10 por ciento de cuota
de mercado restante es la que ocupan los vinos embotellados importados, entre
ellos, los españoles. Un segmento importante que presenta “posibilidades reales de crecimiento en los próximos
años, tanto para los importadores líderes como para los recién llegados”,
explica Marisa Flores, directora del Instituto de Promoción Exterior (IPEX) en
Asia.
Las importaciones de las bodegas españolas han
crecido un 105% en el último año en un mercado altamente competitivo y sólo
apto para aquellas empresas con experiencia exportadora sólida y recursos para
realizar apuestas a largo plazo. El bagaje comercial previo se convierte así en
el primer requisito para introducirse con garantías en el complejo mercado
chino. “Al no responder aún a los patrones de un mercado maduro e informado
sobre precios, variedades y calidades, las empresas que estén pensando iniciar
etapas expansivas de sus negocios no deben contemplar China como primer destino
exportador”, señala Ignacio Mezquita, Consejero Comercial de la Embajada
de España en Pekín.
La aventura asiática debe tomarse
como una carrera de fondo. Desde el Instituto de Comercio Exterior (ICEX)
apuntan que la clave del éxito pasa, en segundo lugar, por trazar proyectos de
negocio siempre para el medio y largo plazo. “Hay muchos importadores de vino
que fracasan al cabo de tres años de aventura, manteniéndose solo fieles
algunos como Bodegas Torres o Félix
Solís, por su paciencia”, apuntaba Dan Siebers, director de “Summergate Wines”
durante la última edición de la Feria Internacional del Vino (Fenavin), la más
importante del sector en España.
A pesar de que las ventas de los vinos españoles
se concentran en la actualidad en torno a Pekín y Shanghai, los expertos
recomiendan conquistar ciudades más pequeñas, como otra de las herramientas
esenciales para abrirse un hueco en el mercado. “Existen muchas
oportunidades sin explotar en redes de distribución de ciudades secundarias,
pues los importadores no llegan a todos los núcleos e, incluso, dentro de
mercados poco desarrollados en China como el ecológico”, subraya Marisa Flores.
Con todo, exportar vino a China no parece hacienda fácil. De hecho, hay dos
mercados del vino bien diferenciados:
uno visible, el de restaurantes y supermercados, que apenas representa el 2 por
ciento del mercado; y el invisible, que representa una cuota importante pero en
el que resulta muy costoso penetrar, porque está basado en las relaciones
interpersonales: regalos entre empresas, de particulares, etc.
A ello hay que unir en los últimos años los
peligros del mercado de vinos de imitación. Éste está en pleno auge y,
como consecuencia, registra un fuerte incremento del número de productores de
falsificaciones vitivinícolas. Ante esto, el Consejero Comercial de la
Embajada en Pekín reclama la importancia de la marca. “Es necesario conseguir
el reconocimiento nacional, creando una marca para el mercado chino, o explotar
el reconocimiento de una determinada marca internacionalmente”, matiza.
LA EXPERIENCIA JAPONESA
España, durante el pasado año se
convirtió en el cuarto país importador de vino a Japón por volumen, con una
cuota de mercado del 10%. Cifras que reflejan que la imagen de los vinos
españoles ha cambiado y, poco a poco, se está introduciendo con más fuerza en el
mercado japonés, como lo demuestra el crecimiento que han experimentado las
importaciones desde el año 2000.
“Ha habido un crecimiento de la
percepción que los japoneses tienen de España como productor de vino. Vinos de
buena relación calidad-precio, entre 800-1-500 yenes (7y 12 euros), aunque
predominan los vinos baratos de menos de 600 yenes (5euros)”, explica Chieko
Konagaya, analista de mercado de la Oficina Económica y Comercial de la
Embajada de España en Tokio.
Los vinos españoles se venden sobre
todo en los supermercados (primer canal de distribución) y en las llamadas
tiendas de descuentos, muy extendidas en el país asiático, que ofrecen botellas
a precios muy asequibles. Frente a ellos, se encuentran los vinos franceses
que, preferentemente se comercializan en tiendas especializadas y predominan en
sus variedades Bordeaux y Bourgogne.
El principal problema que
encuentran aún las bodegas españolas para asentarse en Japón es el bajo precio
de los vinos al existir una fuerte presión a la baja en el precio por parte de
los mayoristas nipones. Por otra parte, se da mucha importancia a las
relaciones humanas y a la fidelidad en las relaciones comerciales, lo que
conlleva a que la toma de decisiones sea lenta.
Para sortear estos inconvenientes, Chieko
Konagaya recomienda a los bodegueros españoles que participen en ferias
sectoriales como Foodex o Spain Gourmet, dirigidas a importadores
especializados en vinos y/o especializados en venta por Internet. Es en éste
último escaparate donde más posibilidades se abren para los empresarios que
quieran vender sus vinos en Japón. De hecho, la comercialización de botellas de
vino por la red ha crecido exponencialmente en los últimos años en ciudades
como Osaka o Tokio.
La analista de mercado de la oficina Económica de la Embajada en Tokio deja un último consejo: innovar permanentemente el producto. "A los japoneses nos gusta cambiar de vino, por eso nuestras compras, salvo excepciones, son en pequeñas cantidades y ante ello, el bodeguero debe introducir siempre pequeños cambios", subraya Chielo Konayaga.
Con todo, las cifras de negocio y
el volumen de exportaciones demuestran que las experiencias comerciales de las
bodegas españolas en China y Japón no sólo son una moda pasajera.
Por David Centellas
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