El dinero no tiene
patria. Si acaso, busca su residencia allí donde
la presión fiscal lo retiene menos. Mientras no se establece, el dinero se
mueve y, a veces, se acurruca en un bolsillo y se esfuma hasta que una mano
inquisidora le da la vuelta al abrigo del año pasado y caen las monedas como en
el premio gordo de las tragaperras.
Precisamente,
en premio gordo para British Airways se habría convertido la caja de Iberia,
según denuncian los colectivos de protesta (SEPLA, CCOO y UGT) ante
el viraje que ha dado la compañía desde su fusión con la británica en 2009.
Desmantelamiento, expolio y saqueo son palabras recurrentes y muy socorridas a
la hora de explicar las causas del ajuste para la reducción de costes y su
temida "reestructuración de plantilla". Tras meses de negociación
infructuosa con los sindicatos, intervención de laudo gubernamental incluida,
el acuerdo parece desvanecerse y se anuncia la posible aplicación del
popularmente conocido como "Plan duro", anunciado por Iberia el
pasado 9 de noviembre. Este plan, que los sindicatos han intentado
reblandecer, incluye la supresión de 4.500 puestos de trabajo y la eliminación
definitiva de rutas como La Habana, Montevideo, Puerto Rico, Santo Domingo,
Berlín o Estambul. La noticia se suma a un permanente goteo de
informaciones periodísticas rigurosas pero insuficientes si uno quiere
sumergirse hasta el fondo del desaguisado. Un holding, un consejero delegado de
origen irlandés, un gobierno -el español- y su ministra de Fomento, un árbitro,
una página de filtraciones al más puro estilo Assange y hasta una tabacalera
son algunas de las piezas que arroja el intrincado puzzle del caso Iberia. Para
entender cómo encajan y se relacionan todos estos agentes hace falta viajar
atrás en el tiempo, ruta que, ahora mismo, Iberia no conquistaría en el mercado
aéreo.
Las relaciones
formales de British Airways e Iberia se remontan a 1999, año en que la
británica obtiene el 10% de las acciones de la española y entra en ella con dos
consejeros. La creación de este núcleo duro con su nuevo socio industrial
tiene, según Justo Peral, jefe del SEPLA (Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas), una consecuencia fatal: el entorpecimiento deliberado de sus inversiones. Peral, entrevistado por César Vidal en Libertad Digital el pasado 5 de diciembre, aseguró que desde la entrada de British en Iberia, la compañía británica "se dedica a parar cualquier inversión de Iberia para que Iberia genere una caja importante". Existiera o no premeditación
por el acopio de beneficios, el interés de British por Iberia se cristaliza en
la OPA lanzada por TPG en 2007, a la que se une la compañía británica, a 3,6
euros en efectivo por cada acción de la aerolínea española, lo que la valoraba
en 3.400 millones de euros. El éxito de la oferta habría colocado en las manos
de TPG y British Airways el 49% de Iberia. Su fracaso fue atribuido por el consorcio al Gobierno
español, presuntamente detrás de una repentina escalada de posiciones de Caja
Madrid, que adquirió los paquetes en la aerolínea de BBVA y Logista, echando
por tierra la OPA. Por entonces, Iberia acumulaba 3.004 millones de euros de
caja.
El calentamiento
de las redes
El 9 de julio de 2009, el por entonces presidente de Iberia,
Fernando Conte, dimitía de su cargo, oficialmente por "motivos personales" y,
según Justo Peral, por su reticencia a firmar los "escandalosos"
acuerdos de fusión con British. Fue sustituido por Antonio Vázquez Romero, cuyo
perfil de Wikipedia incluía hace cinco días, además de su afición por la ópera, lo
siguiente: "Y será el
responsable de la venta de Iberia a British Airways y del futuro de los
trabajadores y familias de Iberia. Así como de perder la compañía insignia de
aviación española para cedérsela a los ingleses, asumiendo nosotros la deuda de
la británica." Esta profecía
incrustada y eliminada a las pocas horas de su aparición espontánea refleja los malos humos digitales que se
respiran entre uno y otro bando: el favorable a la imagen de la compañía y la
versión contraria representada por el SEPLA y la enigmática plataforma Iberia Leaks cuyo objetivo es la filtración de documentos que comprometan las
actuaciones de Iberia. Una de sus últimas informaciones desvela el origen común
en DigitalSeed y Tinkle (empresas que prestan servicios de
comunicación y marketig a Iberia) de una serie de páginas web, supuestamente
independientes, como la plataforma TodosconIberia por la defensa de la
"fusión entre iguales" y Pilotosdeluxe, que atribuye a los
sueldos de los pilotos una supuesta deuda de Iberia.
Agujeros
sospechosos
Pero la deuda es presunta y su atribución muy relativa.
British Airways presentaba en 2010 un déficit en su fondo de pensiones de 3.750
millones de euros. A este agujero negro atribuye el SEPLA el fatal destino de
los activos de Iberia en perjuicio de sus propios trabajadores. Expertos
consultados por el Diario ABC, en un artículo de diciembre de 2012, vaticinaban la desaparición de Iberia para
2016 y urgían a la revisión de los acuerdos de fusión firmados con British
Airways entre 2008 y 2010. Además, ponían de manifiesto la ironía del acuerdo
"entre iguales" puesto que los mercados de Iberia y BA nunca han sido
independientes y, por tanto, no pueden convivir sin competir o fagocitarse el
uno al otro. Esta asimilación parece estar resolviéndose en favor de British
Airways, que desde la firma de los acuerdos de fusión ha pasado de las pérdidas
a los beneficios en una vuelta de tuerca escandalosamente ostensible.
IAG o International Airlines Group es la compañía surgida en
abril de 2010 como resultado del holding creado por British Airways e Iberia.
Presidida por Antonio Vázquez - también presidente de Iberia- es, no obstante,
su consejero delegado Willie Walsh, jefe supremo de British Airways, la figura
más mediática por sus salidas de tono y pulsos mal disimulados con el gobierno
español. En declaraciones concedidas al británico The Telegraph y publicadas
el pasado noviembre, Walsh afirmaba, refiriéndose a los recortes de personal en
Iberia y en clara alusión a la ministra de Fomento, Ana Pastor, que hacía mucho
tiempo que no pedía permiso a su madre para hacer nada. "¿Quién me va a
parar?" Se preguntaba Walsh en un arranque retórico. "Tenemos opciones
disponibles para tomar medidas sin acuerdo".
Paradójicamente, la reforma laboral promulgada por el
gobierno de Mariano Rajoy favorece los planes de reestructuración de IAG para
Iberia. Los despidos se solventarían con indemnizaciones de 20 días por año
trabajado y sin superar las 12 mensualidades.
Psicosis laboral
Los números y
los agujeros negros por los que se cuelan son, al final, las armas
arrojadizas en un conflicto de intereses bajo el que subyacen personas. Más de
3.000 empleados se ven ya en la calle y el resto sufrirán una pérdida de derechos
apoyada en la última reforma laboral aprobada por el gobierno español.
El
ambiente laboral es inflamable. Beatriz (nombre ficticio) es sobrecargo de
vuelo y supera la cincuentena. Sabe que está en la cuerda floja. Casi no se cree la última noticia que ha
recibido acerca del despido de un compañero tras la denuncia de una auxiliar de
vuelo por llevarse una botella de vino de un hotel. "Lo que antes
constituía una falta, ahora es motivo de despido inmediato", afirma. Es
más, en la última reunión anual de sobrecargos con la Junta Directiva de
Control, los convocados recibieron la sutil advertencia de que "aquí sobra
gente". "Dicen que hemos bajado en los controles de calidad y no nos
podemos permitir nada por debajo de la excelencia -explica Beatriz-. Así que nos incitan a
denunciar cualquier falta que veamos".
Lozano vs sindicatos
A Rafael
Sánchez Lozano, consejero delegado de Iberia y de British Airways desde 2009,
le ha tocado tramitar las negociaciones con los sindicatos. Cobra 21 veces más
que el salario del trabajador medio y recibe instrucciones directas de IAG,
aunque la prensa personifica las órdenes del consejo en un único y omnipotente
Willie Walsh.
Además de los
4.500 despidos, que suponen el 23% de la plantilla de Iberia, y de la rebaja salarial
de entre el 30 y el 35%, IAG pretende la disminución de capacidad de hasta el
15% con la supresión de 25 aeronaves. "El
objetivo es imponer niveles salariales de mileuristas a los nuevos contratados
y amortizar con un ERE los ingresos más elevados, de manera que el salario
anual promedio en Iberia baje del nivel actual de 45.000 euros a 30.000."
publicaba El Diario, el pasado 1 de enero. Tres meses antes, en octubre de 2012, El País informaba sobre una
auto-subida de la cúpula de IAG del 56% de sus sueldos.
Cuesta
encontrar una sola cesión por parte de British Airways desde la que aún se presenta como una fusión "entre iguales". Pero aún resulta más difícil
entender los motivos que podrían haber llevado a la Junta Directiva de Iberia a
firmar un acuerdo que pondría en peligro a la compañía y a la posición
estratégica del mercado aéreo español. Justo Peral dice tener "una
opinión" al respecto que, sin embargo, se reserva. No obstante, recuerda
que Vázquez llevó a cabo la misma operación en la Tabacalera Altadis, vendida en 2006 a la británica Imperial Tobacco. En aquella ocasión, se perdieron 794
puestos de trabajo.
"Nos han
vendido a piratas" rezaban algunas de las pancartas de los contados
trabajadores de Iberia que se han atrevido a protestar a cara descubierta en Fitur
y ante la sede de la compañía pese a la amenaza de despido. El símil es
ingenioso pero resulta insuficiente. Atrás quedan los tiempos de la
honorabilidad corsaria al servicio de la corona. Hoy los expolios se firman, y
el dinero, más globalizado, no tiene patria, salvo la del bolsillo individual.
Por Laura Cano
Por Laura Cano
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