LECTURAS ECONÓMICAS


¡Pero qué razón tenía Keynes!

por CHARO SÁNCHEZ  (2º de periodismo on-line)

Tras la lectura de "Las razones de Keynes" de Hyman P. Minsky , parece difícil cuestionar los postulados keynesianos sobre los comportamientos cíclicos de la economía, más si cabe, cuando en estos momentos vivimos un periodo de contracción económica semejante a la que, en su día, vivió el economista americano tras el Crack del 29.
Y aún más sobrecogedoras resultan las palabras de Keynes, recogidas por Minsky en su libro: "... si los salarios pudieran reducirse durante una depresión, la situación no haría sino empeorar". Una rotunda afirmación que cobra un especial significado precisamente en estos días en los que el Fondo Monetario Internacional –FMI- insta a nuestro país a llevar a cabo un recorte sustancial en las rentas del trabajo bajo pretexto de que, al estar sujetos a las políticas europeas, no existe otro margen para la reducción de costes y el aumento de la competitividad.
Pero lo cierto es que, la inoperancia de las instituciones políticas y financieras mundiales, permitiendo la avaricia incontrolada de unos pocos, nos está suponiendo un coste altísimo al que, aunque no queramos, deberemos hacer frente tarde o temprano. ¿Los más perjudicados? Como siempre, los más desprotegidos.
En cuanto al factor de la incertidumbre, considerado por Keynes como la columna vertebral de su Teoría general, miedo me dan las decisiones de aquellos que, no hace mucho, parecían estar seguros de todo mientras se llenaban los bolsillos a manos llenas. ¿Qué pasará ahora que la situación es ciertamente incierta?
De momento la situación económica no parece tener muy buena pinta: Los inversores no invierten, los empresarios siguen desaparecidos (no es algo nuevo, llevan así ya muchos años) y en su lugar han dejado a una legión de gestores financieros cuyo único objetivo es que el balance anual presente unas extraordinarias ganancias a costa de cualquier persona, animal o cosa. Y por último, los trabajadores, los pocos que ya van quedando, que se afanan en ahorrar restringiendo el consumo al máximo, hasta tal punto que, cada día, desaparecen cientos de comercios y con ellos se hunde, aún más, la actividad económica. Un difícil panorama el que tenemos por delante y que sólo podremos superar con nuevas expectativas e ilusiones que promuevan el cambio. Pero el artífice, por ahora, sigue en paradero desconocido.
Ante tamaña frustración, poco me queda ya por añadir. Si acaso la alegría al descubrir una figura como la de Hyman P. Minsky quién, gracias a sus acertadas predicciones, duramente criticadas en otros tiempos, parece haberse convertido en "el hombre del momento" dentro de los círculos económicos. Pues... ¡A buenas horas mangas verdes!, permítaseme la expresión, ya podían haberse dado cuenta antes aquellos cuyo trabajo es, y por eso cobran una barbaridad, encargarse de estos menesteres.
¡En fin! confiemos, esperemos, deseemos que esa periodicidad cíclica que Keynes y Minsky defienden haga que esta dichosa crisis sea sólo, y pronto, un apunte más en los libros de historia. Lo que no se recordará, seguro, es a todos aquellos a los que se llevó por delante.

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