martes, 16 de marzo de 2010

Crecimiento vs cataclismo

Crisis, desigualdad, crecimiento, IDH, China, CO2 … Estas palabras salpican continuamente las noticias matutinas. El mundo contempla un panorama repleto de incertidumbre ante un presente de esquizofrenia económica y desigualdad a lo largo y ancho del planeta. El futuro se dibuja incierto.

Ya han transcurrido dos años y medio desde que la palabra “crisis” saliera de su crisálida. Durante este tiempo, se han sucedido una serie de seísmos que han provocado un cataclismo en la economía mundial. Las réplicas del terremoto continúan salpicando a los mercados, en mayor o menor medida, en cada esquina del globo.

Pero mientras los teóricos y líderes mundiales se devanan los sesos buscando soluciones a este marasmo de incertidumbre y verticalidad, el mundo sigue padeciendo numerosas dolencias que no son ni mucho menos novedosas. Hablamos del desigual reparto de las riquezas, del hambre, del acceso a la educación, del desempleo de los derechos humanos…de una injusta equidad en la distribución de las capacidades y recursos.

Esto constituye el factor principal que impulsa el movimiento de las personas. La migración ha cobrado una mayor relevancia y se ha montado un stand propio para el debate sobre el IDH 2009, indicador social que mide por regiones la esperanza de vida, el nivel de educación y el PIB per cápita. Se hace así una idea global de la creación de opciones para los ciudadanos que garanticen un mayor “desarrollo humano”, incrementando los bienes y respetando los derechos humanos. Este indicador, con fórmula propia, va encabezado por Islandia, Noruega y Canadá, y en la cola se encuentran los países subsaharianos. Nuestro país ocupa hoy el 16º puesto.

Las fuerzas del mercado para distribuir los beneficios económicos y erradicar la pobreza son un lento goteo. Además, las enfermedades sociales (la delincuencia, el debilitamiento del tejido social, el SIDA, la contaminación, etc.) continúan diseminándose, aunque las políticas de actuación aumentan paulatinamente.

Al desarrollo afecta además la paliza que ejercemos sobre nuestro propio hábitat. Anualmente se producen unas 600.000 toneladas de CO2 en el mundo, que hacen los 7.000 millones de habitantes del planeta de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón o el gas. Esto tiene unas consecuencias funestas para el globo y para nosotros

La fórmula de los científicos para evitarlo es simple: "hay que reducir las emisiones en un 50% a escala mundial para el 2050".

Para ello, los líderes mundiales firmaron su discurso en la esperada Conferencia de Copenhague, que concluyo el pasado 18 de diciembre. Su meta: preparar futuros objetivos que reemplacen los del Protocolo de Kioto, que expiran en 2012. Esta antesala, aunque su labor haya sido vital para empezar a poner soluciones sobre la mesa, no ha cumplido con éxito sus objetivos, el mayor de los cuales era reducir las emisiones de gases causantes del calentamiento global.

Es evidente que la el crecimiento económico cobra vital importancia como medio para reducir las desigualdades y mejorar los niveles de desarrollo humano, de la mano de una precisa sostenibilidad para las generaciones futuras.

Si bien es cierto que los grandes colosos del planeta han visto caer en vertical sus cifras de crecimiento, muchos peones han visto ascender la suya de decrecimiento. Las páginas de los diarios nos manchan continuamente los dedos con noticias de -aparte de nuestra recesión nacional- un padecimiento precoz de la economía norteamericana o de un desconcertante futuro para la hermandad europea, así como de una China que va saliendo de la alcantarilla. Pero a veces parecen olvidar a los hermanos pequeños.

El desplome de la actividad económica, combinado con un muy deteriorado flujo de capitales a los países en desarrollo, coloca a muchas regiones de ingreso medio y bajo en graves dificultades financieras, por no mencionar las sociales.

El desempleo va en aumento y la pobreza se hace notar en los países en desarrollo, lo que conlleva un considerable deterioro de las condiciones de vida de los más pobres y vulnerables del mundo.

Las medidas que se han tomado contra la crisis han tenido también su costo. El aumento de la deuda de los países ricos puede disminuir la financiación y a la larga desplazar a gobiernos y empresas de países en desarrollo que busquen crédito. En Estados Unidos la inversión cayó a un ritmo anualizado del 37%, y en Japón, Alemania y Rusia la reducción fue cercana al treinta.

Pero pese a la evidente flacidez del sistema económico, los mercados poco a poco van cogiendo color. A pesar del rápido descenso del PIB durante el primer trimestre de 2009 (-1’6% en EEUU, -3% en España) se apunta hacia el comienzo de una recuperación económica. El mal trago que ha supuesto la crisis, hace que los empresarios quieran tomar medidas para escudarse en el futuro. Ahora los mercados distinguen mejor los riesgos, y los indicadores van recuperando terreno.

La ONU estimó recientemente que la economía mundial crecerá un 2’4 por ciento para 2010, liderada por la actividad económica de China.

El crecimiento se deberá en buena medida a los paquetes de estímulo que ejecutaron las economías desarrolladas desde finales de 2008, y según los pronósticos, las economías de China e India encabezarán el avance en 2010, con un crecimiento del 8.8 y el 6.5 por ciento, respectivamente.

Además, previsiones de Deutsche Bank para 2010 afirman que los países emergentes liderarán el crecimiento mundial en aras de una demanda doméstica más dinámica. Solamente China será responsable del 50% el próximo periodo, con un auge del PIB del 9% frente al 3’6% de EEUU (por encima del 2,5% que augura la OCDE y del 1’5% que estima el FMI). La mayoría de los países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, se beneficiarán de ello.

Mientras estos dos colosos crecen, España seguirá decayendo un 0’2%, motivado en gran parte por el sector inmobiliario, el aumento del desempleo (20% en 2010) y la caída del consumo.

Y no podemos perder de vista al creciente desarrollo de países aparentemente en la cola, pero con un auge económico muy a tener en cuenta. Su crecimiento básicamente se debe a que a que le han puesto más empeño en la competitividad. Sirva de ejemplo el caso de Brasil con Petrobras, los paraísos residenciales de Dubái (ahora congelados), la industria fílmica de Bollywood en la India, así como su refinería más importante, etc.

Esto se suma a los casos de Rusia y China, englobándose los cuatro dentro del llamado BRIC. Sus teóricos afirman que estas cuatro naciones, que comparten un inmenso territorio y un alto número de población, serán las potencias con mayor PIB para 2050.

Pero el surgimiento de nuevas potencias económicas conlleva peligros, como la mera competencia entre naciones o el aumento de precios de productos básicos en países en desarrollo, que harán aumentar el número de personas en situación de pobreza extrema.

Por Manuel Sueiro, alumno de Grado en Periodismo en la URJC

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