Santiago de la Sotilla
Es
evidente que existe crispación en la sociedad. La sociedad política debe
cambiar. Necesitamos un cambio del sistema en muchas de sus facetas: listas
abiertas, desaparición de la corrupción, una verdadera división de poderes… PP
y PSOE se dividen el poder, sus decretos, sus dedazos, sus medios de
comunicación, sus jueces, sus encubrimientos de la corrupción… ¿Necesitamos
derribar el sistema para empezar de cero?
Hoy
en día, el sector público es fundamental. En teoría las políticas públicas
deberían tener por objetivos económicos el crecimiento, el pleno empleo, la
distribución equitativa de la renta… y como objetivos sociales una mejora de la
educación, de la sanidad, de la protección del medio ambiente… En la práctica
estamos sufriendo una putrefacción de la clase política que cada día es más corrupta.
De este modo el gasto público se destina a fines meramente electoralistas.
Además una parte del gasto público no demasiado elevada, pero si relevante, se pierde en intereses privados de los
dirigentes políticos (como por ejemplo el caso “Gürtel” o el caso de los eres “fraudulentos”).
Este mal uso de los bienes públicos genera crispación en la sociedad. La sociedad
no quiere votar permitiendo el mal uso de los impuestos.
No
obstante el sector público sigue siendo fundamental ya que además de ocupar el
50% del PIB, es necesario para generar el estado de bienestar. Sin subsidios
como el del desempleo el sistema se hundiría. Las desigualdades serían
abismales y las injusticias de la vida mucho más crudas. No obstante el
problema es que el gasto público no se orienta correctamente. Por ejemplo hacen
falta más medidas activas para paliar el desempleo y menos medidas pasivas. Con
el gasto extremo actual en subsidios por el desempleo además de aumentar el
gasto del gobierno, se fomenta el desempleo. Mucha gente necesita dichos
subsidios, pero otro tanto de los beneficiados prefiere seguir cobrando la
prestación por desempleo a trabajar. ¿Cómo se le puede reprochar a alguien, que
prefiera permanecer en casa cobrando casi lo mismo que levantándose a las 7 de
la mañana? Además pueden seguir cobrando esta prestación y encontrar trabajo en
la economía sumergida. Igualmente, en paro, siguen cotizando para sus
pensiones.
Pero
principalmente está el problema de la educación en España. Y no solo me refiero
al sistema educativo que también tiene muchos problemas, como por ejemplo el
poco respaldo que reciben los profesores por parte de los padres. Que
desautorizando a los profesores fomentan
la irrespetuosidad de sus hijos hacia ellos. O la falta de prestigio que tienen
los profesores. Profesores que deberían percibir sueldos mayores, porque además
de los muchos argumentos que ponen ellos mismos, que es un trabajo estresante…,
está demostrado que aumentando el sueldo de los profesores, se aumenta su
eficacia, terminan siendo mejores profesores. Tiene sentido, ¿quién merece un
empleo con un buen sueldo?, los mejores.
En
realidad con el problema educativo me refiero al problema de raíz que existe en
España, que es cultural. Existe una cultura del “tonto el honrado”. Me explico,
en España, el que paga impuestos es un “pringado”. En España, el que no aprueba
copiando, sino por su esfuerzo personal, es un pringado. En España, el que
tiene una empresa y no da de alta a sus trabajadores es inteligente, es un tío
listo. En España, el que tiene un puesto de funcionario, tiene su puesto de
trabajo asegurado aunque sea un holgazán. Cuando a los funcionarios se les ha
reducido el sueldo un 5%, muchos trabajadores de empresas privadas han visto
reducido su sueldo un 30% o incluso han sido despedidos directamente. El
sistema esta mal, es conocido, preguntad a los” indignados de sol”, pero somos
parte de él.
No
pretendo que si eres uno más de los que copia o si eres uno más de los que se
ahorra sus impuestos vayas a dejar de hacerlo. Pero si pretendo que lo
reflexiones y concienciarte de que el esfuerzo, el merito, la superación
personal te hace llegar más lejos a ti y nos hace progresar a todos.
Necesitamos un cambio ético.
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