martes, 21 de junio de 2011

¿Fraude fiscal o fiesta nacional?


Antonio Fernández Risco

El 43% de la población se posiciona favorable al fraude fiscal.

Un panorama poco halagüeño…

Las últimas estimaciones nos dicen que en España la evasión fiscal se sitúa en un 25% del PIB, y es que conocido es el dicho de “Spain is different” con un record de parados y una situación económica que podemos catalogar al menos como preocupante, somos una potencia europea en lo que a fraude fiscal se refiere, ostentando 1 de cada 4 billetes de 500€ y una ferviente proliferación de los de 200€.



Si bien hacienda somos todos, el 43% de la población se muestra a favor del fraude fiscal, es cierto que el complejo de Robin Hood aflora cuando hablamos de hacienda, pero ese porcentaje tan amplio nos hace preguntarnos ¿Sabemos que consecuencias traerá consigo?, la estimación del 25% del PIB en fraude puede compararse sin complejos con el conjunto de los gastos sociales del Estado, es decir, mucho dinero, tanto que aliviaría bastante la situación de las arcas públicas, puesto que la situación no es sencilla y tras un aumento del IVA, una progresiva desaparición de deducciones, y una venta de deuda pública cada día más compleja, la financiación del Estado tendrá que recaer sobre otras corrientes más dolorosas y centradas en los niveles impositivos.

Tras una subida impositiva generalizada, recaiga en directos o indirectos, muchos deberán replantearse si siguen a favor del fraude fiscal, nuestro sistema impositivo lo podemos catalogar como bastante proporcional aunque se diga lo contrario, es decir, gravamos prácticamente por igual a ricos que pobres, y en el supuesto de una subida generalizada los primeros en notarlo serian los de siempre, los que más agradecen hasta el último céntimo de su paga.

La evasión: no solo ricos y deportistas…

Al referirnos al fraude fiscal todos pensamos en primer lugar en exóticos parajes como las Islas Caimán y elegantes bancos suizos, pero más allá de lo que puede parecer, el fraude fiscal puede llegar a ser de lo más simple que nos podemos encontrar.

Los Fraudes comunes a los que nos enfrentamos no son más que pequeñas trampas que poco a poco engrosan un gran montante final no declarado a la hacienda pública, no son otros que los casos de facturas sin IVA, facturas falsas para empresarios en módulos, y trabajadores sin alta.
Con el boom de la construcción se empezaron a observar otros fraudes que a todos nos sonaran, como son: la declaración de precios falsos de venta en lo que a vivienda se refiere así como a la ocultación de capitales. Además de los nombrados existan otros más ostentosos y los cueles suelen ser bandera del fraude sin ser más importantes que los anteriormente citados, estos son entre otros, las empresas tapadera, operaciones comerciales fraudulentas en movimientos de exportación e importación así como la ocultación de capitales en paraísos fiscales.

En la actualidad una fuente de fraude en auge es el cobro de ayudas y subvenciones por parte de personas ya sean físicas o jurídicas que carecen de necesidades para su cobro pero si ingenio o buenos contactos les han permitido dichos derechos, puede sonar rocambolesco pero no hay que abstraerse demasiado y simplemente pensar en bajas fraudulentas y parados con trabajos sin alta, este fraude podemos considerarlo doble primero por la evasión de impuestos a la hacienda pública y segundo por la coartación de ayudas a otras personas las cuales si tienen necesidades reales que no podrán satisfacer. 

Un cambio de mentalidad necesario…

No hará más de 3 meses cuando “The New York Times” halagaba los esfuerzos del gobierno español en la puesta en marcha de medidas drásticas contra la evasión fiscal, intensificando los seguimientos en negocios con tierras y propiedades inmobiliarias de por medio, así como la puesta en marcha de un mecanismo de lucha contra los evasores a nivel internacional, pero tristemente al fin y al cabo tratamos un tema moral en el cual cada uno podrá tener su posición, podrá haber contribuyentes con la suficiente capacidad ética para contribuir con responsabilidad y atendiendo al bienestar común, como otros que discurran en pensamientos totalmente opuestos.


Ante tal panorama debemos tener en mente siempre que una falta de ingresos por parte del estado tendrá que ser cubierta de cualquiera de las maneras posibles para poder seguir manteniendo el actual estado del bienestar, y para ello no es posible una sociedad afín a la evasión, puesto que está no hará más que ayudar a un aumento de los niveles impositivos, y es que con un 25% del PIB en las sombras y un 43% de la población dando su aprobación a la situación, cualquiera podría fantasear con la denostada idea del “Poll-Tax”, o una simple subida en nuestro sistema proporcional que acabara por pagarlo con el de siempre:  “con el que le sobra mes, para llegar a fin de sueldo”.







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